Con voz suave pero firme, mirada honesta y una identidad artística que no busca agradar, sino decir algo, Karina Sofía está haciendo ruido —del bueno— en la escena musical. Su primer disco, La reina del cañón, no solo llamó la atención del legendario productor Gustavo Santaolalla, sino que está marcando una pauta en el regional mexicano, un género que rara vez da espacio a mujeres con propuestas tan personales.
Desde Monterrey hasta Los Ángeles, su historia parece salida de un guion de película indie: un amigo envía sus demos, entre ellos “Diamante” y “Mentirosa”, y una semana después Karina ya estaba en el estudio de Santaolalla. “Me dijo que mi proyecto tenía mucha identidad, que no podía resistirse a explorar algo nuevo conmigo”, cuenta emocionada. Así comenzó una colaboración que tomó casi cinco años en concretarse.
¿Por qué tanto tiempo? Porque Gustavo estaba inmerso en producciones como The Last of Us, y Karina supo esperar. “Cada minuto valió la pena”, asegura. El resultado es un álbum que fusiona sonidos alternativos con regional mexicano, envuelto en una narrativa poderosa de empoderamiento femenino. “Quería que se sintiera real, no como algo fabricado para encajar.”
Durante el proceso, aprendió más que técnicas de grabación. “Gustavo me enseñó que la música no es perfección, es corazón. Que no importa si te equivocas, lo que importa es decir la verdad desde el escenario.” Esa filosofía es parte de su esencia: en cada show, prefiere emocionar que impresionar.
Karina no tiene miedo a hablar de lo que le molesta del medio. “Hay mucha propuesta sin alma. Se nota cuando alguien solo sigue una moda. Yo no puedo escribir canciones que no sean parte de mí.” Por eso compone todo lo que canta.
Y esa verdad también se ve en sus videos. En “Más Alto”, Karina se inspiró en un ritual tradicional de mujeres voladoras en Puebla. El clip es una joya visual donde lo documental y lo artístico se entrelazan, con la artista retratada en blanco y negro, homenajeando una lucha ancestral por el lugar de la mujer.
Aunque firmó con Warner, Karina dejó claro desde el inicio que el proyecto no era negociable. “Llegué con el disco terminado. Warner apostó por algo que sabían que no era completamente comercial, pero sí muy auténtico.”
A sus 25 años, Karina Sofía está viviendo su momento. No con escándalos ni controversias, sino con una voz honesta y una propuesta que, más que seguir tendencias, abre camino. “El éxito no es fama, es poder vivir haciendo lo que amas sin traicionarte”, dice con seguridad.
A quienes sueñan con una carrera artística, les deja un mensaje que podría convertirse en mantra: “Nunca es tarde para empezar. Empecé a los 25, y aquí estoy. Si lo haces con el corazón, las puertas se abren.”